La información fluye a una velocidad sin precedentes, pero también lo hacen las mentiras, los bulos y las verdades manipuladas. Comunicar con ética, por tanto, ha pasado a ser imprescindible; y las marcas, medios y agencias tenemos en este contexto una gran responsabilidad en la construcción de un entorno informativo más justo y veraz.
Desinformación: un enemigo silencioso
Las fake news no son una novedad, pero su capacidad de propagación ha alcanzado cotas alarmantes gracias a las redes sociales, los algoritmos de recomendación y la polarización social. El problema no es solo de los medios de comunicación: cualquier actor que tenga cierta audiencia y repercusión —incluyendo influencers y marcas— puede contribuir, consciente o inconscientemente, a esta distorsión de la realidad. Un ejemplo reciente es el debate generado en el encuentro SER Canarias “Periodismo, nuevas narrativas y fake news” con el periodista Jon Sistiaga, quien compartió una mirada crítica sobre el momento que vive el periodismo, alertando sobre cómo la mentira se ha normalizado en el ecosistema digital actual. Reflexionó sobre cómo los algoritmos y los formatos virales están más interesados en generar clics que en informar. Asimismo, subrayó que nunca antes se había mentido tanto y que el periodismo se enfrenta al reto de defender la verdad en un entorno donde lo que más circula no siempre es lo más veraz.
¿Enganchar o engañar?
Esa es la gran pregunta. Muchas marcas se enfrentan al dilema de optar por mensajes llamativos que rozan la línea de la verdad con tal de captar atención. Pero lo que a corto plazo puede traducirse en clics o viralidad, a medio y largo plazo afectan a la credibilidad. Porque sí, comunicar con ética también vende. Los consumidores valoran cada vez más la autenticidad, la coherencia y la responsabilidad social. Prefieren marcas que conecten desde la verdad, aunque esa verdad no siempre sea perfecta, frente a aquellas que embellecen o manipulan para encajar en la narrativa de moda. En INDIE, creemos en el poder de la comunicación con propósito. Ya lo exploramos en nuestro post sobre cómo aportar valor real desde la estrategia. Esto, sin duda, es lo que más nos ayudará a ser actores relevantes de la comunicación.
Cómo construir una estrategia ética de comunicación
La ética no debe verse como una limitación, sino como una guía estratégica. Aquí algunas claves:
- Verifica las fuentes: especialmente cuando compartas contenido de terceros.
- Sé claro y transparente: no ocultes datos relevantes ni uses titulares engañosos.
- Haz autocrítica: si te equivocas, corrige y explica. El error forma parte del aprendizaje.
- Cuida el lenguaje: evita términos que puedan reforzar prejuicios o excluir colectivos.
La comunicación ética no es una moda ni una tendencia. Es una necesidad. En un mundo saturado de información, la confianza es un valor escaso y la verdad, tu mejor ventaja competitiva. Las marcas que eligen enganchar sin engañar serán las que sobrevivan —y lideren— la conversación en el largo plazo.