¿Has oído hablar de los challenges? Son desafíos ingeniosos, divertidos y, en ocasiones, peligrosos que se difunden a través de redes sociales. En realidad, este tipo de retos han existido toda la vida en las pandillas de jóvenes como forma de reforzar la pertenencia a un grupo o de mostrar sus competencias sociales, pero su difusión mediante los nuevos canales que ofrece Internet ha hecho que se viralice rápidamente logrando un alcance mundial que hace que jóvenes de cualquier lugar del planeta se sumen a una misma moda.
Hay retos para todos los gustos: algunos nacen motivados por la solidaridad, como el famoso #Icebucketchallenge, con el que se recaudaban fondos para enfermos de ELA; otros como #Thalíachallengeson propuestos por famosos para mover a sus seguidores y otros son simples llamadas de atención utilizadas por las marcas para posicionarse. Este último es el caso de #Acceptthechallenge, promovido recientemente por la LaLiga para dar visibilidad a la liga femenina de fútbol.
¿Y cuál es la gracia de un challenge? Pues que son retos abiertos en los que todo el mundo puede participar, ya seas una celebridad o el hijo del panadero, De hecho, hacerlo es asequible a cualquier persona: lo único que necesitas es una cámara y conexión a Internet, así de fácil. Además, democratiza la presencia en Internet, pues no hace falta tener miles de seguidores para tener un hueco en el escenario online. Todo esto hace que miles de vídeos, aglutinados bajo el mismo hashtag, inunden las redes sociales, aunque cada uno lo haga a su propio estilo. Lo más divertido, de hecho, es ver cómo cada persona lo lleva a cabo de forma diferente y la evolución del reto con la aportación, a veces extraordinariamente creativa, de algunos usuarios. Uno de los challenges con mejor acogida fue el #MannequinChallenge, al que llegaron a unirse personalidades como Hillary Clinton o Paul McCartney.
Este fenómeno adquirió fama mundial en 2014 y cada año da a luz nuevos retos en los que participan miles de personas motivadas por la competitividad y la adrenalina que acompaña siempre al desafío. El problema es que algunos challenges se han pasado de la raya y muchos usuarios han puesto su salud, e incluso su vida, en riesgo por realizarlos y subirlos a la web. ¿Saltarías de un coche en marcha para bailar una canción del rapero de moda solo por ganar seguidores? (#Kikichallenge) ¿Expondrías parte de tu cuerpo a las brasas para obtener un puñado de likes? (#Hotcoilchallenge). ¿Masticarías una capsula de detergente o cloro por ganar popularidad en las redes? (#Tidepodchallenge). Está claro que algo falla cuando este tipo de comportamientos irresponsables se generalizan y se convierten en fenómenos virales a nivel mundial. Sin embargo, no deben ensombrecer las buenas prácticas llevadas a cabo por la mayoría de los usuarios y que están motivadas, en muchos casos, por el apoyo a importantes causas sociales que de otro modo hubiesen conseguido un alcance bastante menor. Impactar con ingenio, frescura y sentido común es el camino a seguir.